Por eso la reglamentación de la Ley de Biotecnología es un avance extraordinario en el camino hacia una Argentina protagonista de la economía del futuro.
La normalización de la economía fue la primera etapa de este camino de transformación.
Después pusimos en marcha el Plan Productivo Nacional, con instrumentos para aumentar la productividad de forma transversal trabajando en mejoras renglón por renglón y sector por sector.
El paso siguiente para dar un nuevo salto de productividad y multiplicar la creación de empleo de calidad para millones de argentinos que hoy viven en la pobreza, no tienen empleo o son informales, es fortalecer la economía del conocimiento, creando un marco de políticas moderno que le permita a nuestro país ocupar un lugar relevante en el escenario global.
Como parte de esa agenda, en agosto del año pasado firmamos el Acuerdo de Biotecnología, fruto del trabajo conjunto de los ministerios de Producción, Ciencia y Tecnología, Agroindustria, Salud y Hacienda con empresas del sector.
Planteamos una agenda común para desarrollar inversiones por u$s 670 millones, aumentar las exportaciones, fortalecer la transferencia entre el sistema científico-tecnológico y el productivo, facilitar y simplificar procesos, y generar 800 empleos calificados.
La reglamentación de la Ley (pendiente desde hacía una década) era un eje central del Acuerdo: genera incentivos para que las empresas inviertan y fomenta la I+D.
Esta medida se suma a otras iniciativas de fomento a la inversión en I+D en el sector privado, como un incentivo incluido en la Reforma Tributaria Integral que propone un marco normativo más ágil y transparente que favorece especialmente a las pymes.
Argentina tiene enormes capacidades en biotecnología, con recursos humanos de alto nivel y empresas que desarrollan tecnologías en la frontera del conocimiento. Somos referentes regionales en salud, agro y ganadería.
Año a año, el mundo aumenta la demanda de soluciones biotecnológicas para producir más y mejores alimentos, curar y prevenir enfermedades, mejorar la productividad de las actividades industriales, y cuidar y remediar el medio ambiente mediante desarrollos basados en el uso de recursos renovables. Nuestro país tiene potencial para ser proveedor global de estas soluciones.
Ya tenemos un pie en el futuro, pero necesitamos seguir impulsando la revolución del conocimiento y un modelo de desarrollo que apunte a materializar el talento de las personas en productos y servicios que generen valor económico.
Por eso continuamos trabajando en una agenda de política pública muy ambiciosa orientada a favorecer las inversiones en capital de conocimiento, la adopción de nuevas tecnologías y la formación del capital humano, condiciones esenciales para que Argentina sea protagonista de la economía del futuro.
LUCIO CASTRO
Secretario de Transformación Productiva
cronista.com
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